Planeta Tatooine

Quien no recuerda esa imagen de Star Wars en Tatooine donde un joven granjero paseaba y en el horizonte se contemplaban dos soles al atardecer. Pues parece que la NASA ha localizado este planeta. O al menos uno que se le parece muchísimo.

Un grupo de astrónomos del Observatorio Palomar de San Diego, California, localizaron un planeta ubicado en la constelación de Aries, a 136 años luz de distancia de la Tierra. Lo interesante es que el astro se encuentra dentro del sistema 30 Ari, un conjunto espacial que cuenta con cuatro estrellas.
De acuerdo con los investigadores, si un humano lograra visitar ese planeta, vería en el cielo cuatro soles, de manera parecida a lo que la ficción fantástica de Star Wars retrató, aunque con sólo dos estrellas, en el ficticio mundo de Tatooine.

Se denomina Kepler 16b, y es un planeta que orbita en un sistema binario, es decir, dos estrellas. En este sistema, una de las estrellas orbita en torno a la otra, y el planeta alrededor de las dos.
No obstante, a diferencia del Tatooine árido y rocoso de Star Wars, la NASA cree que Kepler 16b es un planeta frío y gaseoso, y que está situado a más de 40 millones de kilómetros 200 años luz de la Tierra.
El planeta es apenas el segundo de este tipo que se conoce. Su consistencia gaseosa, tiene 10 veces la masa de Júpiter y órbita alrededor de su estrella primaria cada 335 días. Anteriormente se pensaba que 30 Ari sólo tenía 3 estrellas, pero la investigación y el uso de nuevas tecnologías de observación espacial consiguieron descubrir al planeta y a la estrella.

Aunque Kepler 16b tiene toda la pinta de no estar habitado, es un ejemplo de la diversidad de sistemas planetarios que existen ahí fuera. Como dato anecdótico, las dos estrellas se eclipsan la una a la otra cada 41 días, lo que tiene que ser un espectáculo digno de ver.

El cuarto sol recién descubierto tiene una distancia con relación al planeta de 23 veces la que existe entre el Sol y la Tierra. De acuerdo con los especialistas, su descubrimiento podría significar que los sistemas con cuatro estrellas no son tan raros como se pensaba