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WhatsApp, entre el Cielo y el Infierno

Securus Mundi
 

Por: Ricardo García Fdez.

Ricardo García F.

Ricardo García F.

La tecnología se ha vuelto tan necesaria y protagónica que hasta los más tradicionalistas y aquéllos que se dicen estar peleados con la modernidad han tenido que flexibilizarse y aprender a utilizar las herramientas que antaño se catalogaban como “cosas del Diablo”. Pero independientemente de la posición de desventaja que tendríamos en términos de calidad de vida y competitividad, el no contar con un teléfono celular o con uno de los elegantemente llamados smartphones, por ejemplo, nos ubicaría en la prehistoria, orillándonos incluso a la soledad o a la exclusión.

Usar este tipo de dispositivos es relativamente fácil; lo complicado -cuando ya se tiene un dominio básico de sus bondades- es independizarse de ellos, pues terminan convirtiéndose en nuestra “media naranja” o en el inseparable cómplice que nos permite ver de una manera distinta el mundo que nos rodea y cómo aprovecharlo. Si hoy queremos conocer o visitar un lugar sólo necesitamos descargar una aplicación y, como por arte de magia, tendremos en la palma de la mano imágenes, información detallada, alternativas de contacto y hasta rutas de acceso.

Recuerdo que hace un par de años teníamos que sacar el cambio de nuestros bolsillos para avisarle a la familia desde un teléfono público que no llegaríamos a dormir; hoy únicamente tomamos el teléfono celular, enviamos un “WhatsApp” y listo.

¿Y qué es eso del WhatsApp?

Seguramente quienes desarrollaron esta fantástica herramienta nunca imaginaron su potencial, y es que muchos aseguran que su uso es tan vital como lo es el acto de dormir, o que incluso podrían sufrir enfermedades mentales si llegaran a perderla… bueno, esto según me han contado algunas personas que descargaron esta aplicación por curiosidad o simplemente “para estar a la moda”.

El principal atractivo de este chunche tecnológico, sin embargo, es la capacidad que nos brinda de conversar con familiares y amigos gastando apenas unos centavos o una pequeña porción del tan limitado crédito generado por una recarga de 20 pesos. Llámese estrategia comercial o diferenciador de mercado, lo cierto es que una gran mayoría de las empresas ya utiliza este recurso para cerrar negocios, atender a sus clientes o inclusive para estar en contacto permanente con su personal.

En el terreno de la competencia y los celos empresariales nunca faltan las especulaciones y, como contraofensiva ante el innegable éxito de WhatsApp, empezaron los rumores de que la aplicación no era segura, que cualquier persona conectada a la misma red podía leer nuestras conversaciones, que los servidores eran muy vulnerables, etcétera, provocando con ello una lamentable pérdida de seguidores, quienes a fin de cuentas decidieron probar otras alternativas.

Efectivamente había detalles por mejorar, como sucede siempre con cualquier tecnología, pero dentro de este ecosistema de verdades y falacias las primeras planas de los medios especializados nos sorprendieron con una noticia que desató interminables polémicas alrededor del mundo: el monstro tecnológico conocido como Facebook adquirió WhatsApp por la nada despreciable cantidad de 16 mil millones de dólares (habrá quienes piensen que el valor de la transacción fue estratosférico, pero eso sólo lo podremos saber con el tiempo).

Desde la óptica de Facebook, era momento de darle una nueva cara a la aplicación, con lo cual WhatsApp conquistó otra vez las preferencias de los consumidores y se reactivó la tendencia creciente en el número de sus usuarios, apalancado todo ello con notorias mejorías en el servicio, con la migración de los servidores y con novedosas actualizaciones del software.

Uno de los perfeccionamientos -todavía desconocido por la gran mayoría- es que esta herramienta ahora nos permite bloquear a personas que no figuran en nuestras listas de contactos, evitando así que intrusos o advenedizos puedan visualizar nuestro estado, fotos de perfil o el registro de nuestra última conexión.

Calladito te ves más… “segurito”

Recordemos que con la versión anterior de WhatsApp cualquier persona que tuviera los 8 dígitos de nuestro teléfono celular podía agregarnos a su lista de contactos y visualizar todo lo antes mencionado; podría sonar absurdo o irrelevante hablar de este tema, pero por desgracia vivimos en un mundo donde pareciera que confiamos más en las redes sociales que en las personas: preferimos poner por escrito nuestro estado de ánimo y “postearlo” desde un teclado; nos apasiona poner la foto donde nos vemos “súper sexys” y, lo que es peor, nos encanta balconear a nuestros hijos, familiares y amistades dejándolos a la deriva y al alcance de la rapiña cibernética o de la delincuencia.

Alejarnos totalmente de la tecnología es tanto como pedirle al tiempo que vuelva, y como cualquiera de estas dos opciones son terrenalmente imposibles, mejor será reconocer que la única alternativa a nuestro alcance es adaptarnos al entorno o, como bien dicen por ahí, tenemos que subirnos al camión porque nunca sabremos si otro volverá a pasar.

Al utilizar el WhatsApp debemos encontrar el equilibrio entre lo bueno y lo malo, pero sobre todo hay que enfocarnos en el tema de la seguridad porque justo ahí es donde los grandes emprendimientos tecnológicos tienen su “talón de Aquiles”. ¿Pero cómo garantizar la utilización segura de este tipo de aplicaciones?, ¿cómo configurar más y mejores herramientas de privacidad?, ¿cómo olvidarnos del password o de simples códigos de bloqueo para proteger los datos sensibles almacenados o compartidos mediante nuestros equipos móviles de comunicación?

La respuesta a los anteriores cuestionamientos es obvia: nada de aparatos o nada de información en los mismos, aunque nos encontraremos con los “peros” que mencionamos al principio. Como diría Sherlock Holmes a su incondicional asistente: “¡Camuflaje, querido Watson, camuflaje!”, lo cual es sólo una medida básica, ordinaria y del sentido común para quienes no queremos que los demás nos reconozcan o vean nuestros datos. Al menos deberíamos tener la opción de elegir a los que sí queremos que vean nuestra información; sólo de esta forma podemos pensar que estamos avanzando, pero de esto y de cómo aprovechar las adiciones tecnológicas del nuevo WhatsApp hablaremos en la siguiente entrega.

Recuerden que este espacio está pensado para promover una cultura de seguridad informática en todos los niveles, comenzando con temas de inducción o de cultura general y sin utilizar terminologías rimbombantes que confunden hasta a los más diestros en la materia; posteriormente nos iremos adentrando en cuestiones más complejas, utilizando el modelo de “problema versus solución” y esperando que sigamos contando con el privilegio de su atención y con sus comentarios. Nos encontramos en el siguiente Securus Mundi, estimados lectores.

* El autor es Responsable de Comunicación y Relaciones Públicas en HD Latinoamérica

rgarcia@hdlatinoamerica.com

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