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Un día sin Internet

Securus Mundi
Pensar en un mundo sin la Red de Redes es tanto como retar a Dios: basta un solo clic para literalmente detener el mundo y crear un absoluto caos en todas las esferas del quehacer humano.
Por Enrique Escobar

Enrique Escobar

Enrique Escobar

Ya que desde la pasada entrega estuvimos jugando a ser críticos de cine e hicimos referencia a una película que aprovechó el momentum del cambio de milenio (“Y2K”), no podíamos dejar de lado uno de los últimos aportes del famosísimo Johnny Deep, quien en el filme “Trascendence” dio vida al personaje Will Caster, un eminente estudioso de la inteligencia artificial que pudo desarrollar una máquina que combina las emociones humanas con una conciencia propia.

No es necesario entrar en detalles, pero la esposa del protagonista, interpretada por la actriz Rebecca Hall, se ve obligada a “subir” la conciencia del Dr. Caster a una supercomputadora, lo que de alguna manera le permitiría perpetuar -al menos en el mundo virtual- el legado y el recuerdo de su desahuciada pareja, pero terminó creando una nueva especie de ser humano cuyo poder era alimentado por el conocimiento y omnipresencia que le proporcionaba la Red de Redes, llegando incluso a atentar contra la estabilidad mundial.

Producciones como ésta, que cada vez se alejan más de la categoría de ciencia ficción, impactan porque nos hacen cuestionar nuestra propia humanidad y hasta nuestras creencias religiosas, pero más allá de eso nos invitan a recapacitar en el grado de dependencia que tenemos con respecto a la tecnología informática.

Pensar en un mundo sin la Red de Redes es tanto como retar a Dios: basta un solo clic para literalmente detener el mundo y crear un absoluto caos en todas las esferas del quehacer humano; de hecho -retomando el filme en cuestión-, hay cierto pasaje en el que uno de los protagonistas asegura que una de las alternativas para contener al “monstruo digital” es hacerlo vulnerable al desactivar por un día completo la Internet o destruir sus fuentes de energía, aunque manifestó que dicha medida sería tanto como provocar “un nuevo Y2K”, de consecuencias épicas y de anarquía total.

¿Y qué tal un día sin electricidad?

Para qué complicarnos la existencia preocupándonos por el pasado, por profecías medievales, por vaticinios de celuloide o por lo que podría suceder de aquí a 24 años según lo que platicamos en la entrega anterior con respecto al “Y2K” y el “Efecto 2038”; mejor echemos un vistazo a aquello que tenemos a la vuelta de la esquina, y es que ha estado circulando la noticia de que varias empresas de los sectores energético e industrial, principalmente, han sido atacadas a últimas fechas por un troyano conocido como “Havex”, una herramienta de control remoto genérica (RAT) que hackea los sitios web de compañías de software para posteriormente penetrar los servidores e infectar los sistemas de supervisión, control y adquisición de datos de las organizaciones de dichos sectores en particular.

El troyano tiene además la capacidad de desactivar represas hidroeléctricas, sobrecargar las centrales nucleares e incluso apagar la red eléctrica de todo un país. Hasta el momento la mayoría de las compañías impactadas por este tipo de malware se ubica en Europa, pero se presume que por lo menos otra de las víctimas se encuentra en California, Estados Unidos.

En el caso de las enfermedades por contagio o congénitas, la prevención y la detección a tiempo son la clave para encontrar el mejor remedio, y así debemos pensar en lo concerniente a las amenazas informáticas. Desde un punto de vista muy personal, debemos reconocer la gran capacidad de reacción y anticipación que tienen los denominados “crackers” con respecto a las propuestas de protección ya existentes o aquéllas que las empresas desarrolladoras de software de seguridad están a punto de lanzar al mercado.

Pero en esta industria no tiene sentido hablar de buenos o de malos, ya que eso es “harina de otro costal” y además entraríamos en un debate sin posibilidad de tregua; mejor será construir juntos ese securus mundi que todos queremos.

No sobra adelantarles, queridos lectores, el posible título de nuestra siguiente colaboración: “El hacker que todos llevamos dentro”. Es muy probable que la frase levante ámpulas o motive controversias, pero de eso se trata este espacio, pues aun con posturas radicalmente opuestas todos, de alguna forma, estaremos poniendo nuestro granito de arena para llegar a un entorno cada vez más seguro. Los espero en la siguiente lectura.

 

* El autor es Director de Soporte Técnico en HD México.

eescobar@hdmexico.com.mx

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Hacia un nuevo apocalip-sys

Securus Mundi

Han vuelto al escenario las controversias en torno a los relojes que actualmente utilizan muchas de nuestras computadoras, aunque la oleada de especulaciones ahora gira alrededor del denominado “Efecto 2038”.

Por Enrique Escobar

Enrique Escobar

Enrique Escobar

En el baúl de los recuerdos nos encontramos con la paranoia provocada hace unos ayeres por el cambio de milenio y sus repercusiones dentro del mundo de las TIC; nos referimos expresamente al llamado “Error del 2000”, también conocido como “Efecto Y2K”, cuyas presuntas secuelas invitaban a pensar en una nueva versión del Apocalipsis y obedecían a un error técnico que afectaría a las computadoras que codificaban los años con los dos últimos dígitos, por lo cual la llegada del 2000 podría interpretarse como 1900 y, en consecuencia, se desataría la anarquía en prácticamente todos los sistemas con basamento informático.

Hay que reconocerlo: aun los más escépticos alguna vez hemos cruzado los dedos para que las caóticas profecías de Nostradamus no pasen de ser meras piezas literarias y se queden en el tintero, pero en el mundo tangible no basta con apostarle a la suerte y dejarse arrastrar a voluntad del destino; hay que tomar decisiones, actuar, prevenir…, tal y como hace casi 15 años lo hicieron las empresas y la mayoría de los gobiernos, quienes trabajaron en protocolos de emergencia para anticiparse a un latente desastre.

Entre que eran peras o manzanas, lo cierto es que en aquel entonces la cultura del pánico motivó inversiones que rondaron los 250 mil y 550 mil millones de dólares a nivel global, algo que llegó a considerarse excesivo sobre todo porque al final las computadoras respondieron de manera correcta, incluso las más viejas y de carácter doméstico, pues desde los noventa estos equipos ya preveían los cuatro dígitos del año 2000 y sucesivos.

Por aquellos días hubo hasta quienes argumentaron que sólo se trató de una estrategia mercadológica; como ejemplo, baste mencionar que en enero de 1999 comenzó el rodaje del filme norteamericano Y2K (traducido al español como Pánico en el 2000), el cual se estrenó a finales del mismo año aprovechando “casual y oportunamente” el alboroto popular y el miedo ante el hipotético caso de que todo hubiera fallado durante los primeros minutos del 2000. Podría decirse que, dentro del terreno cinematográfico, el éxito en taquilla de la película en comento no llegó ni a la media de lo originalmente proyectado, pero de que inquietó una que otra neurona y agitó millones de billeteras empresariales, eso ni dudarlo.

El “Efecto 2038”

Aunque el cómputo personal, en el más estricto de los sentidos, ya festejó sus bodas de oro, podemos asegurar que apenas desde hace un par de décadas el pulso de la sociedad comenzó a someterse irremediablemente a los caprichos de la tecnología, donde el común denominador ha tenido que ver con una dependencia extrema respecto de los programas informáticos y muy particularmente del fenómeno llamado Internet.

El comentario viene a colación porque, al igual que como sucedió con el cambio de milenio, hemos estado recibiendo pequeñas dosis de alarma y advertencias por la posible llegada de un nuevo “apocalip-sys”, cuyas implicaciones podrían multiplicarse por miles o millones debido justamente a nuestra tecno-dependencia.

A saber, han vuelto al escenario las controversias con respecto a los relojes que actualmente utilizan muchas de nuestras computadoras, aunque la oleada de especulaciones ahora gira alrededor del denominado “Efecto 2038”; se trata de un bug relativo a la codificación del tiempo en los sistemas de 32 bits, anticipándonos fallos catastróficos en enero del año 2038 y una regresión de los sistemas a la fecha del 13 de diciembre de 1901.

Varios son los puntos de vista en cuanto a este tema: hay quienes afirman que con la simple migración a los 64 bits quedaría todo resuelto (pero existen muchos sistemas antiguos basados en COBOL, por ejemplo, que sí requerirán otro tipo de soluciones); también hay los que en tono sarcástico recomiendan “poner el reloj de una PC de 32 bits en el último día del 2037 y ver si se abre un vórtice a través del tiempo que colapse al universo”; no ha faltado quien, con algo de sentido común, opina que a la velocidad con la cual evoluciona la tecnología muy probablemente los sistemas actuales estarán en la chatarra o que en 24 años no existirán equipos de 32 bits.

Podemos citar razonamientos técnicos, propuestas, ideas encontradas y hasta mensajes apocalípticos con respecto a problemáticas como la del Y2K o el Efecto 2038, pero la verdad de todo lo anterior es que vivimos en un mundo que no puede imaginarse sin las bondades de la tecnología y, por lo mismo, lo más justo sería aprovecharla para lo que fue hecha, sin olvidar -claro está- que en toda película siempre habrá buenos y villanos.

Sólo espero descubrir en qué bando podría ubicarme, pues sinceramente el nuevo filme de Johnny Deep, titulado “Trascendence”, me dejó un tanto desorientado y ahora no sé quiénes son los rudos y quiénes los técnicos, pero de ello platicaremos en nuestro próximo Securus Mundi, donde esperamos contar con su amable lectura y participación.

* El autor es Director de Soporte Técnico en HD México.

eescobar@hdmexico.com.mx

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